sábado, 17 de enero de 2009

La pálida luz azul (I)


Por las noches se despierta empapado de sudor. De ese sudor frío que hace que se peguen la sábanas al cuerpo. Es incómodo, despertar de este modo junto con el regusto amargo de las últimas imágenes del sueño que le hizo gritar y abrir los ojos.

Siempre igual. Su cuarto oscuro y con una niebla ligera. No consigue enfocar bien la vista pero se levanta de la cama y sale de su cuarto guiado por esa tenue luz mortecina que se cuela através del pasillo en dirección al salón. Anda hacia la luz pero el camino es demasiado largo, y lo que debiera ser una línea recta, se torna en espiral. Levemente se percibe una especie de zumbido. Cuando por fin gira la esquina que da al salón, ahí esta él... su silueta vestida con traje de chaqueta recorta la luz azulada y enfermiza, mientras el zumbido que antes apenas era audible penetra en el oído como una daga punzante directa al cerebro. La siguiente imagen es un primer plano de la cara del ser. No tiene ojos ni nariz, tan solo se intuye una especie de abertura antinatural donde supuestamente estaría la boca.

"Cuándo esperas sacarme a bailar?"

Y entonces es cuando la inquietante figura empieza a contornearse arrítmicamente, usando de forma irreal las articulaciones, doblándose hacia los lados y en círculos bajo una melodía de flautas absurda y lejana que debe llegar de esas profundidades abisales conocidas como el infierno.

Ahí no puede más y el horror le hace, gracias a dios, despertar de esa abominable pesadilla.

...

Fran lleva una vida tranquila, nada fuera de lo convencional, sin demasiadas complicaciones. Tiene un trabajo estable medianamente bien pagado y una novia que lo quiere mucho. Dentro de un año se casan, así lo han decidido. Diría incluso que su estado se puede catalogar como "felicidad"... pero cuando llega la noche tiene miedo de ir a la cama. Siente ese algo que da escalofríos ahí, en la nuca, mientras se va poniendo el pijama y acurrucándose en la cama.

"Eso me pasa por irme a vivir solo, cuando la noche cae es fácil sugestionarse."

Pero por mucho que trata de convencerse, estas palabras dichas a sí mismo no le ayudan demasiado, y noche tras noche se repiten esas imágenes, siempre las mismas, y noche tras noche se despierta empapado en sudor con el terrible presentimiento de que algo falla.