miércoles, 24 de febrero de 2010

Infierno diario.

“… Parece un hecho probado que a mayor jornada, menor rendimiento. España trabaja una media de 240 horas más al año que el resto de países de la UE y, aún así, se mantiene a la cola en productividad. Trabajamos más horas, pero con menor eficiencia. Tres de cada cuatro trabajadores no pueden cuidar de sus hijos. 350.000 niños de 6 a 14 años pasan las tardes solos en casa, más de 70.000 cenan solos y 15.000 se encuentran en situación de incomunicación extrema. Una tercera parte de los empleados por cuenta ajena no pueden pedir días para asuntos familiares...”

Pilar se levanta bien temprano por la mañana. A las 6:30 está en pie para ducharse, preparar el desayuno, vestir al chico y salir pitando para la guardería, a ver si hoy no hay atasco, por que tiene una entrega urgentísima (siempre son urgentísimas, como si las entregas no pudieran ser normales) y quiere llegar pronto para que no la capturen hasta las tantas como de costumbre.

Despeinada de las prisas, consigue llegar al curro sobre las nueve menos cuarto. Entra fugazmente al servicio donde se recoloca los pelos arremolinados y se afana en ocultar sus bolsas grises con antiojeras.



Trabaja hasta las 14:00 come en una hora y las 15:00 está de vuelta a su jornada laboral. Sabe que la fecha de entrega es prácticamente imposible. Lo ha advertido mil veces, desde que se fijó, pero los jefes no escuchan, tiene que estar por que tiene que estar. Que si el cliente lo quiere para ayer, que si no queda presupuesto para el proyecto, que si patatín y patatán. Y lleva ya casi un mes saliendo a las 20:00 con suerte, echando mínimo dos horas extra al día… no remuneradas, obviamente… y que no se le ocurra quejarse, no vaya a ser que se le mire mal y que se diga que no se está comprometido con el trabajo.

Siempre le surgen las mismas dudas que rondan por su cabeza. No entiende por que sus compañeros siempre se quedan al menos media hora más… aunque sea leyendo “El Marca”… ¿para qué?¿para aparentar? Cómo envidia al resto de Europa, donde el significado es el contrario: las horas extras están mal vistas por que, o es que no haces bien tu trabajo, o es que no se ha planificado bien y, entonces, el proyecto va mal.

- Vivimos en el país de las apariencias. - revolotea por su mente como una pompa de jabón.

A menudo, cuando no puede más del estrés y se le comienza a caer el pelo a manojos y quiere mandarlo todo a paseo, recuerda a Inma, que no echaba ni una y era la más competente del departamento entero sin duda alguna: sacaba el trabajo en un día cuando otros necesitarían tres (más horas extras). Pero claro, un día se le ocurrió quejarse (un poco fuera de tono, quizás) en cierto momento que le pidieron uno de los típicos “esfuercitos extras” para cumplir con una de esas temidas fechas de entrega, y ella se negó alegando que tenía otra vida que también requería de ella y que su tiempo no era gratis… Ese fue su último día. A la mañana siguiente carta de despido y ya no se supo más de ella.

Pero ella tiene que tragar… por su hijo que hace un mes que apenas ve, por su pareja que llega antes que ella y se come todas las tareas del hogar pendientes, desde recoger al niño de casa de sus padres (son ellos quien lo cuidan después de la guardería), hasta ir a comprar, poner lavadoras y dar de cenar el potito de rigor al peque…

Por su hijo y su familia… si bastara con un solo sueldo o trabajando solo media jornada… pero la hipoteca no se paga sola, ni los pañales, ni la luz, ni la comida.

-Es la pescadilla que se muerde la cola- piensa -trabajo tanto por cuidar de mi familia pero por eso mismo no tengo el tiempo necesario para cuidar de ella… No sé como Jorge piensa en que tengamos otro hijo si con uno no podemos…

Ha conseguido salir un poco antes de las ocho de la tarde. Vale, ha comido un sándwich delante del pc pero ha conseguido entregar a una hora razonable teniendo en cuenta lo que pudiera haber sido.

Llega a casa justo para bañar al nene antes de que se acueste… lo acurruca y le comienza a leer el siguiente capítulo de “El principito” hasta que se queda dormido. Por suerte no tarda mucho, leer cuentos tiene un efecto narcoléptico en el peque.



Jorge esta tirado cual despojo en el sofá. Ella le ha prometido que haría la cena ese día y que le dejaría descansar un poco, que buena falta le hace. Hace una cena ligera y disfruta de ese fugaz momento con su pareja… A las once y media están en la cama con espasmos musculares del cansancio… al menos duermen de un tirón hasta que suena el maldito despertador… si es que no tienen fuerzas ni para abrir los párpados que se cierran como losas.




“…España es sin duda una singularidad respecto a sus horarios tanto dentro de Europa como en todo el mundo occidental. No siempre fue así …”

P.D. La que escribe tiene la suerte de tener horario de 8 a 17 horas todos los días y no tener que hacer "esfuercitos extras" de manera frecuente. Pero por mucha gente que conozco bastante cercana, se que soy una afortunada.

4 comentarios:

Isa Pascual dijo...

Cuanta razón tienes en tu reflexión, pero las empresas no cambian el chip. Y cuando hablas de tener horarios como el tuyo tuercen el morrillo poniendo pegas, cuando lo que hay que hacer simplemente es avanzar y que el tiempo que pases en la empresa lo aproveches mas..(me viene a la mente el que ve porno en mi trabajo... es un vago de narices y encima ahora a perder el tiempo con eso...Como lo pille yo, lo avergüenzo ...) Ains!
Besitos guapa.

Stephen Graywolf dijo...

Una situación que no solo se da en vuestra natal España... sino en muchos países.

Es loco pensar que llegué aquí por estar buscando una imagen de Tool, pero bueno, un saludo desde Chile; me alegro de haber encontrado un lugar interesante.

Belén dijo...

Hija, es que en España somos así de improductivos...

Besicos

angelitoMagno dijo...

Y pensar que a mi hermana, cuando estuvo trabajando en Suiza/Alemania, le echaban la bronca por quedarse 10 minutos más :/