domingo, 6 de enero de 2008

Bienvenido 2008

Qué mejor regalo de reyes que una aberrante paja mental

Se abre paso un año más, un nuevo año que llenar de objetivos, de buenos propósitos, que es lo que hace todo el mundo. He de decir que a mi me parece una solemne chorrada, otro convencionalismo borreguil que sigue la gente, para proponerse mejoras en ciertos aspectos de su vida:

-En enero me apunto al gimnasio
-A comienzos de año voy a ir a clases de inglés
-Voy a comenzar la dieta para perder los 10 kilos que me sobran como objetivo para el 2008
etc...

¿por qué la gente se propone esas cosas a inicios de año?

Quizás lo sientan como el final de un ciclo, ya se sabe, vivimos en ciclos que se repiten periódicamente, entre ellos, están las estaciones.

Invierno – Primavera – Verano – Otoño.

Un mes es el periodo que tarda la luna en dar una vuelta a la tierra. En un año, que no es otra cosa que el tiempo que tarda la tierra en cubrir su órbita respecto al sol, tenemos 12 meses lunares aproximadamente.

Enero – Febrero – Marzo – Abril – Mayo – Junio – Julio – Agosto – Septiembre – Octubre – Noviembre – Diciembre.

Obviamente esto tiene su margen de error, son sólo aproximaciones, ya que el ser humano no sabe funcionar de otra manera que no sea simplificando, abstrayendo los conceptos de la Realidad. Por eso existen los años bisiestos, para solventar este error de cálculo.

¿Y a que viene todo esto? Pues, me resulta curioso, pero todo se mueve por ciclos, para el ser humano, todo tiene un inicio y un fin, y luego resurge, cíclicamente, no es igual, pero es parecido. Necesitamos los ciclos para vivir, para organizarnos dentro del tiempo. A veces da la impresión de vivir en una hoja de papel milimetrado.

Pero viene esa intuición, de que son todo aproximaciones, de que perdemos parte de lo esencial... Sí, parece todo cíclico, pero no es exactamente así... Las funciones periódicas no existen mas que en la matemáticas... Siempre hay un índice de error, nunca los cálculos son exactos... miles de variables que no tenemos en cuenta, perturbaciones de las que no somos conscientes actúan sobre los elementos que observamos. Sin ir más lejos, a través de los estudios de Schrödinger, Heisemberg postuló su principio de incertidumbre, por el cual, el mero hecho de observar lo que se estudia, interfiere en el elemento. Por lo tanto, si incluso observar ya perturba la realidad en que vivimos... qué efímeros son nuestros intentos por controlar e intentar entender la vida.

Sin duda, toda esta simplificación es una herramienta que nos funciona, funciona en cierta medida y bastante bien, hemos logrado un progreso científico enorme basándonos en ellas, pero a mi me produce gran esperanza saber que siempre habrá variables que escapen a nuestro escrutinio, que la “magia” existe y que siempre nos sorprenderá la naturaleza, de la que sólo guardamos instantáneas sobre las que basarnos. Me alegra ver como somos tocados a veces por la mano del caos, y que la evolución de nuestras vidas nunca podrá ser predecida. El caos hace que incluso las pequeñas cosas que parecen carecer de importancia, puede tener consecuencias nunca pensadas... Quizás eso sea lo más parecido al concepto de libertad...


“el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”

2 comentarios:

DarthIA dijo...

Ah... cuán interesante resulta por ejemplo la teoría del caos... todo tiende a fallar, precisamente porque es imposible controlar todas las variables. Esta teoría sin duda sí que explica la magia que nos rodea ;)

Por cierto, nuestro calendario de 12 meses no se basa en los ciclos lunares. Para eso hay que irse a los calendarios musulmanes. Así que en cierto modo, nuestros ciclos son imperfectos. Ya ves, incluso en la rutina hay ciertas variables que producen cambios en ella, aunque a veces sean imperceptibles.

Anónimo dijo...

¿Teoría dal caos?

Si el caos es el responsable de que me encuentre en este blog un comentario a Schrödinger, de cuya ecuación me enamoré hace tiempo como un idiota, y de que el blog esté escrito por mi hermana, a la que no veo desde hace veinticinco años y tengo treinta, pues que viva la anarquía.