jueves, 21 de febrero de 2008

Relatos cortos

- Anhelos de un alma feérica -



Érase una vez un hada etérea, que habitaba eterna, en un bosque cercano a pueblos nórdicos.

Su nombre era Pétalo.

Pétalo saltaba entre hojas y jugaba por las mañanas con las gotas de rocío que por ellas resbalaban. Pétalo le cantaba a la Luna las noches claras, con su dulce voz que envolvía el ambiente y se unía con el viento. Pétalo nadaba entre las aguas de lago para luego retozar al sol mientras se le secaban las grandes alas formada por el mismo material que el arco iris.

Con el paso de los años, la pequeña ninfa empezó a sentir desazón debido a la rutina diaria. Su vida despreocupada se le quedaba corta, las horas demasiado largas, y empezó a sentir un hueco en su interior: esa sensación de vacío del que no se siente realizado.

Desde entonces, por las noches, Pétalo cambió sus dulces cantares por una triste plegaria que oraba a la Luna, para que aplacara esa sensación de abisal vacío y le ayudara a encontrar nuevos derroteros por donde continuar, con plenitud, su vida feérica.

Y la Luna la escuchó.

Paseando pensativa, el hada comenzó a vagar sin rumbo fijo por el bosque, y el destino quiso que terminara en las lindes de éste, donde una verde explanada daba paso a una bella casita blanca de tejas color terroso. Sorprendida, pues sus ojos eran la primera vez que veían algo parecido, volvió del mundo de las abstracciones para fijarse en lo real, y ahí pudo observar cómo varios niños jugueteaban sobre la hierba, cómo una madre colgaba sábanas blancas que ondeaban con la suave brisa, cómo la abuela dejaba reposar un bizcocho relleno de frutas del bosque sobre la repisa de la ventana.

Y se respiraba felicidad.

No pudo, Pétalo, apartar su vista de la escena. No pudo más que asimilar aquello que era nuevo ante sus ojos, sorprendida y maravillada.

Pero no era la única que observaba.

Entre la penumbra que brindaban los altos árboles del bosque, un horrible troll la observaba salivante, pues en la bella ninfa había descubierto un suculento bocado. Y no podía apartar su vista de ella, ni su pensamiento. Discurría sobre cómo cazarla sin que su presa se escapara, porque, ya se sabe: las hadas son hábiles y escurridizas.

Pétalo se hizo asidua al lugar, observando, aprendiendo la conducta humana de aquella familia que vivía en las lindes del bosque. Los vio llorar y reír, jugar y pelear, abrazarse y quererse. Aprendió el significado de la palabra “amor”, que hay algo más que la soledad que siempre fue su compañera, y que existe un vínculo especial entre esos seres a los que vigilaba con devoción.

Y ahora, Pétalo cantaba tristes melodías de anhelo, le contaba a la Luna que ya sabía qué era aquello que le faltaba, le pedía entre lamentos y lloros que quería ser humana.

Pero era hada, y ya se sabe que las hadas no se pueden transformar en hombre, y que durante el paso de los evos, seguiría siendo hada, retozando entre flores y cantando canciones que se unen al sonido del viento, y que en las noches de verano, hasta los humanos advierten sus mágicos tonos enredados con el aire.

La melancolía se apoderó de ella, pues quería formar parte de aquella familia que ya sentía suya… provocando que las lágrimas de aquel ser feérico resbalaran constantes por su mejilla, haciendo brotar pequeñas flores de tristeza por donde caían.

Hasta que, una noche de primavera, se encontraba, Pétalo, absorta en la visión de aquella familia: la madre comunicaba a los jóvenes retoños con voz de alegría que iban a tener un hermano, y la sonrisa del padre era tan espléndida que irradiaba luz. La ninfa intentaba entender qué significaría aquello, pues nunca escuchó hablar sobre el concepto de “engendrar” ni de “nacer”.

Tampoco era consciente de que la Luna, esta vez, también la había escuchado.

Tan absorta estaba en sus pensamientos, intentando comprender, que no notó como el troll reptaba a su espalda. Tan ensimismada estaba, que no intuyó cuando dos garras cayeron sobre ella, apresando con atroz fuerza su pequeño y frágil cuerpo. Apenas tuvo tiempo de asustarse cuando su horrible enemigo se la zampó de un bocado. Así , con tremenda violencia, encontró su muerte.

A media noche, una luz proveniente del estómago de la bestia, que yacía dormida, comenzó a revolotear entre los árboles, dirigiéndose hacia la casita blanca de tejas color terroso situada a la vera del bosque. Como guía tenía la luz de la Luna, que ahora le devolvía el canto en tonos que sólo las almas pueden escuchar, cantos que invocan a la vida y a la muerte, versos llenos de magia. La luz penetró a través de las paredes de la casa, y a través de la joven madre, para unirse formando la nueva vida que en su vientre brotaba.

Y así, comprendió, Pétalo, los conceptos de “engendrar” y “nacer”.

Y así, su ansiado sueño se transformó en realidad.

Nota: el dibujo no es mio, pero mientras lo hago, ese me ha gustado y de momento ahí se queda. :P

lunes, 18 de febrero de 2008

Do you really want to go?





Paseando por las callejuelas iluminadas con luces de neón azul, paseando por oscuros y tortuosos caminos de lo cognitivo. Pudiendo desviarse a sendas de lo irracional.

Espera paciente el personaje enano y deforme que le cogerá de la mano para llevarla a las profundidades avísales que suele frecuentar cuando necesita respuestas…

Ahí esta, enmarcado por duras sombras en su rostro, le tiende la mano y ella se prepara para ver aquello que le tengan que mostrar sus ojos.

Bajando por unas escaleras situadas en el fondo del callejón, la luz se vuelve más clara hasta sobrepasar los límites de la puerta del local.



Ahí la oscuridad solo rota por destellos de luz roja muestra siluetas que se envuelven en parejas en un hipnótico baile de placer, uniéndose las sombras en una y volviendo a separarse, como bailan las llamas sobre la madera incandescente reflejada en la pupila del que mira.


Y se respira frenesí.

Entrando en trance bailan rítmicos bajo una música primitiva.

Sintiendo la parte más primaria.


Despierta tumbada en la cama con sábanas de raso, mientras los primeros rayos de sol se cuelan por el amplio ventanal. Ahí está él.

No te vayas todavía, aún hay tiempo para un café…

martes, 12 de febrero de 2008

colonizada por virus


Lo que más odio de estar enferma, no es el mal estar, que es chungo, ni los temblores y escalofríos de fiebre, ni la voz del "El padrino" mientras me duele la garganta al tragar simple agua... Lo que más odio es la incapacidad para hacer nada salvo vegetar, estar adormilada y dormir. Sentir como que se pierde el tiempo. Claro, con 39º tampoco es que tu cerebro esté lo suficientemente lúcido para hacer nada salvo eso.

Tampoco me gusta estar sola cuando estoy mala... aunque en verdad es lo mejor... tampoco es plan de ir contagiando virus a la gente... pero es muy deprimente estar en un estado así de vulnerable y ver que nadie te acompaña, que necesitas mimitos y no hay nadie que te rasque la cabeza... supongo que también es un poco egoista por mi parte, no sé... Mi hermana tiene la teoría de que eso de necesitar tantos mimitos y cariños se debe a la acción de los virus que tratan de colonizar otros cuerpos y que no soy yo quien hablo, si no mis virus... que jodios que son estos virus... o que jodia es mi hermana que se busca excusas pa no visitarme (mentira, ayer vino un rato a hacerme de comer y acompañarme al médico)

Al menos ya me encuentro mejor, he podido escribir, creo que con cierta coherencia, y sentir al menos que hago algo, a parte de yacer catatónica en mi sofá o cama...

Espero mañana poder ir a currar...

miércoles, 6 de febrero de 2008

Dudas existenciales sobre el ser humano

Pues sí, el ser humano nunca deja de sorprenderme... sus conductas, sus hábitos...

Sin ir mas lejos, hoy en mi oficina se ha dado uno de esos sucesos que te dejan algo perpleja. Vean la foto y juzguen ustedes mismos:



Es una visión de lo que se ve desde mi puesto de trabajo ¿No ven nada raro?

...

Fijaos mejor

...

¿Qué es lo que llevará a que toooodos los que han dejado el abrigo colgado del perchero lo dejen en el mismo, llegando a colapsarlo, mientras el otro esta vacío?

Yo no lo logro entender... si alguien tiene una teoría que me lo explique, por que me inquieta... *temblor*

martes, 5 de febrero de 2008

Diario de una Noctámbula


Amanece un soleado día. El alba deja pequeñas perlas de agua sobre el césped y las flores del campo, mientras el sol derrama su luz anaranjada sobre la madre tierra.

Noctámbula hoy no anda oculta en la oscuridad de la noche. Desea sentir los rayos de cálida luz solar mientras camina descalza por la suave hierba húmeda.

Saliendo de la pequeña casita de campo blanca donde se encuentra alojada, se dispone a pasear por ese prado rebosante de vida, con la única intención de sentir.





Sentir la brisa fresca.

Sentir la humedad de las hojas en la planta de sus pies.

Sentir los tonos verdes, rojos, amarillos, azulados… de la naturaleza.

Sentir el olor a tierra mojada penetrar por sus fosas nasales desoxidándola, renovándola.

Sentir el trinar de los pájaros con sus cantos armoniosos que el mismo instinto hace que nada tengan que envidiar a estudiosos compositores.



Noctámbula se acerca al arroyo, de limpias aguas que galopan entre pequeñas caídas de nivel sobre las irregularidades del terreno. En ella se refleja, observando que a la luz del día, no sólo el mundo cambia, si no también su propio aspecto. Y sentándose junto al pequeño riachuelo, bajo las cálidas caricias solares, refresca sus pies en el agua mientras comienza a tararear canciones que invocan a las ninfas y los duendes que viven entre la maleza para que bailen al son de su compañía.

lunes, 4 de febrero de 2008

Déjame soñar



Déjame soñar abrazada a mi almohada
Penetrar en mi mundo interior.
Investigar en los recodos del inconsciente, a ver que cachito de mi encuentro.

Ayúdame a conocer mis miedos, cuya clave se esconde bajo el manto de oscuridad que envuelve la consciencia mientras se yace durmiendo.

Viajando a rincones no explorados de mi propio, diminuto y caótico universo infinito, quizás encuentre respuestas sobre que me traerá, o que me traeré, en ese futuro incierto plagado de dudas. Quizás encuentre respuestas para ir por buen camino en esa búsqueda que sólo acaba con la muerte, permitiéndome que en ese momento al menos haya aprendido algo más de la esencia intrínseca que me compone.



Y ahora, respira, concéntrate sólo en eso, en tu respiración. Derrumba las murallas de conciencia que te protegen del exterior aislándote, disuelve el Ego que te posee y se uno con el aire, con el todo… En armonía con sí mismo, en armonía con el entorno, quizás ahora tus sueños lleven respuestas.