Dime, Luna, en este prólogo de fiesta religiosa que nunca dejó realmente de ser pagana, dime si lo que me depara la vida es tan bello como tu imagen antes de dar paso al Sol.
Dime, Luna... Si cada noche que sueño, al alba le seguirán realidades de belleza inconmensurable, con las que sentirme viva.
Permíteme crecer, como tú hasta estar plena, enseñame a iluminar como lo hacen los rayos del Sol al despertar por la mañana, rayos que reflejas para alumbrar el camino de los hombres solitarios cuando la oscuridad se cierne sobre el cielo.
martes, 25 de diciembre de 2007
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