lunes, 3 de octubre de 2005

Conmigo misma


Esta tarde he pasado un buen momento, sola, conmigo misma.
Estaba esperando a puri, sabia que iba a tardar un buen rato, asi que me fuí a tomar un café para hacer tiempo.
Me senté en un bar-tasca, de esos que hay por el centro de sevilla, que da a una callejuela plagada de gente que va y viene. Y allí, sentada con mi café, al lado de un ventanal enorme, me dediqué a contemplar a la gente que pasaba: unos guiris perdidos que pasaron más de dos veces, un niño que jugaba a ir por el bordecito de la acera, otros niños con mochilas que venían del cole, gente guapa, fea, delgada, gorda. Gente que sonreía, gente perdida en sus pensamientos, gente melancólica. Una mujer mayor que, a pesar de su edad y de ir con un bastón, se veía lo hermosa que debió ser en un pasado... y entonces pensé en como eran, en cierto sentido, como yo. Todos y cada uno de ellos, tenían una vida, con sus problemas, sus experiencias y recuerdos, sobre los que giraban sus vidas, y eran, en esencia, ni más ni menos importantes que yo y mis cosas. Para cada uno de ellos, ellos mismos son el centro de su universo, su entorno, sus problemas, sus vidas. Todos y cada uno de ellos perciben el mundo bajo sus ojos, y al ser subjetiva la visión que de él tienen, lo hacen suyo, y por eso son el centro. Y claro, al ver que todos pensamos así, y la cantidad de gente que hay, fue como si por un momento el velo ese que da la impresión de que cubre la realidad, se corriera, y vi lo absurdo de ese pensamiento (pero muy necesario en cierta medida para la supervivencia) ya que no tiene sentido, visto desde fuera (sé que es un dicho común lo de que nadie vale más que nadie, pero de decirlo a sentirlo hay mas de un paso). Y vi a la gente como si fueran hormiguitas, ni más ni menos importantes que un perro, la hierba, un árbol, o el viento y el agua, simplemente algo más sobre el planeta tierra.
Estubo muy bien, por que en ese momento me sentí en comunión con el mundo, no sabría explicarlo mejor, pero esa fué la impresión que me dió.

Entonces me fui paseando a la plaza del museo, y me quede contemplando, sólo contemplando, los árboles, sus ramas, el viento al mover las hojas, la luz tan bonita que hay en Sevilla proyectada sobre el edificio y la estatua, el canto de los pajarillos, los niños berreando... Y fué un momento de paz y de estar agusto con una misma que hacia tiempo que no sentía.

En ese momento, un chavalito me pidió un cigarro y salí de mi ensoñación. El chavalito, de unos 23 años, se sentó a mi lado y comenzo a hablarme... fite tu, que en ese momento que sólo me faltaba comenzar a levitar, voy y ligo! si es que... La verdad que era majo el nene, pero me cortó el punto, todo hay que decirlo.

Y este ha sido el momento del día... no se, a lo mejor el eclipse de sol me ha afectado de manera extraña (o será un coletazo de los canutos de Destroyer de ayer?:P)

2 comentarios:

Unknown dijo...

y mientras ella observaba el mundo, yo me dedicaba a intentar organizar el mio :) . Que envidia más sana me da con eso de que se puso a mirar todo lo que pasaba. Sevilla es una ciudad que se presta a eso, a sentarte en cualquier rincón , o en un banco del parque y ver como todo pasa en tu entorno.

Anónimo dijo...

Casate konmigo... Porke me he sentido reflejado en ti cuando he leido lo ke has escrito...